Protegidos frente al sol

Tomar el sol con moderación es muy beneficioso, pero debemos tener cautela, porque la piel de los niños está todavía desarrollándose y es mucho más delicada que la nuestra. La única solución: protegerlos.

Cuidado infantil

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CONTROL DEL TIEMPO DE EXPOSICIÓN

Es importante controlar el tiempo que los niños están expuestos al sol. Las radiaciones solares son cada vez más agresivas debido, entre otras causas, al agujero en la capa de ozono y a la disminución de su grosor.

 Se aconseja no exponer al sol a los bebés menores de seis meses, porque su piel es extremadamente sensible y aún no han desarrollado plenamente su capacidad para segregar melanina, el pigmento que la protege. A partir del sexto mes de vida sí pueden exponerse al sol, pero muy poco tiempo y, por supuesto, bien protegidos, con una crema solar con factor de protección elevado y fuera de las horas centrales del día.

CREMAS SOLARES, ¿CUÁLES SON LAS ADECUADAS?

Los productos específicos para niños llevan componentes minerales que les protegen frente a los rayos UVA, UVB e infrarrojos, y además son resistentes al agua, a los roces, al cloro y la transpiración.

Se recomienda el uso de cremas solares hipoalergénicas, que hayan sido testadas bajo control pediátrico y dermatológico, sin colorantes ni perfumes. También conviene que incluyan ingredientes calmantes y nutritivos, como la vitamina E y extractos de aloe vera y de avena.

 El factor de protección solar más efectivo para los bebés y los niños es el igual o superior a 30. Aunque, si el pequeño tiene la piel sensible, necesitará un fotoprotector especial y, además, convendrá ponerle un gorrito y una camiseta de algodón, para que no se queme. Estas prendas pueden bloquear hasta el 97% de los rayos UVB que recibe el niño. De todas formas, lo mejor es preguntar al pediatra cuál es el factor de protección óptimo para nuestro hijo.

APLICACIÓN DEL PROTECTOR SOLAR

La eficacia del protector depende de su correcta aplicación. Es importante aplicarlo al menos media hora antes de la exposición, para que la piel tenga tiempo de absorberlo. La cantidad debe ser abundante.

 En los más pequeños, las zonas más importantes son la cabeza y la nuca, las orejas, los pómulos, la nariz, los hombros y los pies, así que a la hora de aplicar la crema debemos incidir sobre ellas. Esta rutina debe repetirse al menos cada dos horas.

Hay que evitar las horas centrales del día: entre las 11 y las 16, que es cuando los rayos caen de forma vertical y son más perjudiciales.

A LA PLAYA, CON GAFAS DE SOL

Los especialistas recomiendan que los niños también usen gafas de sol, sobre todo dónde la radiación solar es más intensa, como sucede con las playas de arena blanca.

 Debemos elegir las que mejor se adapten a su cara y, a ser posible, con cintas elásticas, para una mayor comodidad. Conviene que bloqueen, al menos, el 99 por ciento de los rayos UVA y UVB, que sus monturas sean irrompibles y que estén fabricadas con materiales atóxicos y antialérgicos. Se recomienda adquirirlas en ópticas o centros especializados.

FALSOS MITOS

• La piel morena protege de los efectos nocivos del sol: Lo único que se consigue es que no salgan quemaduras, pero el resto de problemas no se evitan.

• Las nubes impiden que los rayos solares nos dañen: En los días nublados hay que usar la misma protección. Aunque nos parezca que el sol no llega, sus rayos sí traspasan las nubes, sobre todo los ultravioletas.

• En la sombra se está totalmente a salvo: Aunque sí que estamos más protegidos, no significa que la piel no reciba los rayos solares, sólo llegan más débiles.

• Que se nos “pele” la piel es un paso más en el proceso de ponerse moreno: Este proceso no es necesario para adquirir un bonito bronceado, de hecho, son también quemaduras solares.