Los alimentos de temporada son aquellos que se encuentran en su estado óptimo de maduración. Esto contribuye, no solo a multiplicar su sabor, sino a mejorar nuestra salud, nuestro bolsillo y, también, nuestro entorno. 

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Hoy en día, tenemos a nuestro alcance tal variedad de frutas y verduras que, a veces,olvidamos que consumir alimentos de temporada, cultivados cuando el clima les es más propicio, tiene muchas ventajas.

Además,como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), una dieta equilibrada debe incluir, al menos, 5 porciones diarias de fruta y verdura, teniendo en cuenta las ventajas queaportan a la dieta: fibra, vitaminas, minerales y, por lo general, pocas calorías.

Siguiendo este principio, lo más apropiado es consumir alimentos refrescantes en primavera y verano, como las fresas o el melón, que nos ayudan a hidratarnos y, en otoño e invierno, alimentos que proporcionen calor como las coles de Bruselas, o vitamina C para combatir los resfriados, como las naranjas.

1. Alto valor nutritivo

La naturaleza es sabia y los alimentos recolectados en la época apropiada proporcionan al organismo los nutrientes necesarios para hacer frente a cada época del año, según las necesidades de nuestro cuerpo. Por ejemplo, los tubérculos (remolacha, apionabo, chirivía...) son verduras de otoño que nos ayudan a coger calor para aguantar los fríos inviernos. Las sandías, pepinos o melones son perfectos para los calurosos días de verano.

2. Sabor, sabor

La fruta y verdura local se recoge en su punto óptimo de maduración y es más sabrosa que la que va a ser transportada, que se recolecta verde y va a madurar artificialmente. Por tanto, suelen ser mucho más fresca y ofrecen un sabor, un color, un aroma y una textura que no encontraremos en otras épocas del año. Caquis, peras, uvas, naranjas o granadas, son algunas de las frutas de temporada de otoño.



3. Precios más asequibles

La fruta y verdura de temporada se cultiva en muchísima más cantidad que los productos provenientes de invernadero. Esto se traduce en un abaratamiento de los precios, por la ley de oferta y demanda. Por tanto, también será más recomendable para nuestro bolsillo optar por estos productos frescos.

4. Respetuosos con el entorno

Comprar y consumir alimentos de temporada contribuye a respetar el ciclo natural de la tierra en todos los aspectos: campos, fauna y flora. Además, los productos de temporada suelen ser también productos de proximidad, con lo que el gasto de transporte es muchísimo menor y esto contribuye a reducir la energía y las emisiones de CO2 vertidas a la atmosfera.

5. Desarrollan la economía local

El mismo hecho de cultivar productos de proximidad contribuye directamente en la economía local, puesto que esto supone un apoyo para los agricultores de las zonas en las que se producen los alimentos, apoyando su desarrollo.