Echar la culpa a los demás: por qué lo hacemos y cómo evitarlo

¿Por qué echamos la culpa a los demás ante un conflicto? Aprende los motivos y cómo evitarlos para afrontar los problemas de forma más madura.

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En el día a día, encontramos dificultades que suponen un gran desafío para nuestro bienestar emocional. Podemos adoptar una actitud victimista, culpando a los demás o a las circunstancias de lo que nos pasa. En este artículo te contamos cómo establecer un afrontamiento adecuado.

La reacción inmediata ante las dificultades es la búsqueda de soluciones, pero, a veces, echamos balones fuera y atribuimos nuestro malestar a otros, sin darnos cuenta de que tenemos un papel activo en la mejora de nuestra situación.

 El motivo de por qué actuamos así es como mecanismo de defensa para protegernos, no solo de los demás, sino de nosotros mismos. Sin embargo, podemos cambiar esta misión buscando el estilo adecuado, responsable y adulto de afrontamiento. Veamos cómo...

¿Por qué echamos la culpa a los demás ante un conflicto?

  • Evitamos la responsabilidad personal, independientemente del ámbito en el que se produzca (pareja, familia, trabajo, amistades...). Es habitual que, desde nuestro fuero interno, desechemos la idea de afrontar, si no estamos decididos a cambiar.
  • Tratamos de salvaguardar nuestra autoestima, salvando el hecho de sentirnos culpables por nuestros propios errores.
  • También evitamos confrontarnos con la realidad y el desafío que supone. Tendemos a la comodidad: de lo que no somos tan conscientes es del daño que nos produce.
  • También puede deberse a dificultades en el estilo de comunicación que empleamos durante el inicio del problema y la búsqueda de soluciones.



Cómo afrontar los problemas de forma efectiva

A continuación, os damos algunos consejos en formato pregunta con el fin de iniciar un cambio en la forma de ver, afrontar y resolver los conflictos.

  1. Autoconciencia. ¿Cuáles son tus respuestas inmediatas ante un conflicto?, ¿tienen siempre la culpa los demás? ¿Y tú, no estarás evitando asumir tu parte de responsabilidad?
  2. Reflexión y análisis. ¿Puedes describir tu comportamiento sin hacer juicios propios o ajenos? Ser objetivo con uno mismo y los demás es parte de la solución.
  3. Comunicación asertiva. ¿Qué puedo hacer para restablecer el diálogo?, ¿puedo expresar cómo me siento sin echar la culpa a los demás?, ¿estoy en disposición de escuchar a la otra persona sin juicio y con escucha activa?, ¿podremos buscar juntos una solución sin imposición?
  4. Empatía. ¿Puedes comprender, entender y valorar el punto de vista de los demás?, ¿es posible que sobre una misma situación existan puntos de vista diferentes al tuyo?
  5. Enfocarse en soluciones. Ahora comienza el cambio, cuando diriges tu atención a la búsqueda de soluciones constructivas y maduras. Busca alternativas para abordar las situaciones complicadas y trabaja en colaboración con los involucrados, buscando el mayor beneficio para todos.
  6. Aprendizaje final. Detrás de cada conflicto hay una ventana de oportunidad de aprendizaje. Piensa qué has aprendido y qué piensas que es más efectivo para la próxima ocasión. Y ¿cómo saber si has aprendido y ha sido efectivo? Cuando tu bienestar emocional se siente reforzado.