Compras compulsivas. ¿Por qué compramos tanto?
Consumir, gastar y comprar sin descanso se han vuelto actividades habituales de la sociedad. Ir de compras ya no solo busca cubrir necesidades básicas, sino que se presenta como una experiencia placentera que contribuye a hacernos más felices.
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Los medios de comunicación y, en especial, la publicidad, nos muestran un estilo de vida en el que la felicidad está en función del consumo, por lo que ha ido arraigando la creencia de que ésta es una de las principales fuentes de bienestar.
La cultura del exceso, del goce inmediato, de vivir el presente y del hedonismo, está fomentada por un sistema económico que necesita un aumento constante del consumo. Se aspira a consumir lo máximo posible, se consume aquello que es placentero, lo que consumen los demás, y se buscan gran cantidad de opciones de consumo.
Las ciudades presentan una gran propuesta comercial en formatos muy atractivos y cercanos, como los centros comerciales. Esto ha convertido la conducta de compra en una de las actividades del tiempo de ocio urbano. La posibilidad de compra online pone a disposición las 24 horas del día cualquier tipo de producto, redondeando así una variada oferta.
La Navidad es una de las épocas del año en la que quizá el consumo toma más fuerza. El intercambio de regalos navideños está institucionalizado y es una cuestión cultural que sirve para reforzar las relaciones sociales, se considera básicamente una muestra de afecto.
La navidad es una de las épocas del año en la que quizá el consumo toma más fuerza.
¿POR QUÉ COMPRAMOS TANTO?
Un alto porcentaje de ciudadanos perciben que en estas fechas gastan más de lo que sería proporcional a su nivel de ingresos y a su situación económica. La razón de este fenómeno se puede explicar a través los múltiples disparadores que impulsan la conducta de comprar.
En ocasiones se compra con el fin de combatir un sentimiento negativo. Cuando aparece la tristeza, el enfado, la frustración o la soledad, puede aumentar la propensión a comprar buscando las sensaciones de excitación o superación del aburrimiento. Se trata de un mecanismo de autorregulación para reparar el estado de ánimo.
El marketing también tiene un importante papel en la provocación de la conducta de compra. Alrededor de determinadas fechas, en especial en navidad, se pone en marcha una batería de medidas que tienen por objeto acercarnos a los atractivos y a los beneficios de los productos.
La impulsividad y un alto nivel de materialismo también aparecen como características ligadas a las personas que tienen una tendencia más alta a comprar de forma compulsiva. Suelen asociar la felicidad con la posesión de bienes y juzgan el estatus social en función de dichas posesiones.
Las opciones de crédito también figuran como uno de los principales motores de las compras excesivas. El mal uso de las tarjetas de crédito genera todos los años niveles significativos de endeudamiento y empobrecimiento en muchos hogares, con el consiguiente deterioro familiar y personal en muchos casos.
La dinámica de consumo de la sociedad actual atrapa a muchas personas, y fechas cómo las navidades, en las que la propuesta comercial es mayor, son momentos de alto riesgo.
Asociar las compras al ocio y a estados emocionales negativos, en la búsqueda de alivio y bienestar, favorece una creciente necesidad de consumo. Se entra así en un bucle en el que se necesitan cada vez más recursos económicos para responder a ese mayor consumo, lo que acaba perjudicando la vida personal y familiar.
RECOMENDACIONES PARA TENER BUENOS ÁMBITOS DE COMPRA
1. Planificación: Antes de ir de compras hacer una lista de productos en función de las necesidades. Se debe tener especial cuidado con las típicas salidas de ‘a ver qué encuentro, probablemente favorecerán que efectivamente se encuentre y se compre más de lo previsto.
2. Presupuesto: Asociar un presupuesto a la lista de compra, fijando un máximo de gasto en función de su economía. El presupuesto específico de un día de compras debe estar en función del resto de la economía familiar.
3. Momento: Elegir el momento y los lugares adecuados. Salir de compras cuando se está aburrido o triste favorecerá la compra por impulsos.
4. Control sobre el crédito: Utilizar preferentemente las tarjetas de débito que tienen un límite de fondo. Las de crédito pueden generar una falsa idea del gasto.
5. Comparar precios: La oferta actual es muy amplia y variada, dedicar un tiempo a buscar distintas opciones y compararlas también tiene un efecto de control sobre la compra.