Acoso escolar, cómo detectarlo y desactivarlo
El acoso escolar es cada vez más frecuente en los colegios. Se produce cuando un niño o adolescente sufre agresiones o insultos por parte de sus compañeros.
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¿Qué es el acoso escolar o bullying?
Se denomina acoso a todo comportamiento de intimidación agresiva, con la finalidad de dañar o lastimar a otro, como abuso sistemático de poder. Sigue dos criterios: el de repetición, que ocurre más de una vez, y que haya un desequilibrio de forma, que es difícil para la víctima defenderse a sí misma.
Estos criterios son aplicables a otras formas de intromisión, injerencia o intimidación en otros contextos, como es el ciberacoso, cada vez con mayor incidencia entre niños y jóvenes, pues garantiza que el acosador pueda mantener oculta su identidad, realizarlo de forma indiscriminada, sin la posibilidad de que la víctima pueda defenderse, pues no necesariamente tiene que estar presente.
La intimidación, como forma de acoso inicial, se suele producir en torno a los 7 años, e irrumpe en la vida de la víctima como un hecho injustificado, que es fácilmente reconducible en estas edades. Más adelante, el acoso alcanza su cota máxima entre los 11 y 14 años y, tal vez, un poco más tarde, para el acoso cibernético. El acoso escolar disminuye en los últimos años escolares, aunque hay evidencia de acoso escolar en estudiantes universitarios y cierta continuidad en el ámbito laboral.
En cuanto a las diferencias de género, el rol de acosador se encuentra más en el perfil masculino, pero los sexos son más iguales en el rol de víctima: las chicas se presentan más como defensoras y los niños usan más acoso físico y la fuerza física. En ambos casos, no hay diferencia en cuanto a la intimidación verbal.
El acoso alcanza su cota máxima entre los 11 y 14 años
¿Cómo detectar el bullying escolar?
Las razones por las cuales algunos niños intimidan a otros se sustenta en un deseo de estatus dominante en el grupo de compañeros. Los acosadores pueden sentirse recompensados si los seguidores y sus compañeros apoyan estas acciones de intimidación. En la adolescencia, puede haber más motivación para iniciar el acoso escolar (para exhibir dominio) y para ayudar o reforzar el acoso escolar (para evitar el rechazo de los compañeros o ser intimidado). Respecto a las víctimas o acosados tienden a carecer de habilidades sociales y a ser menos queridas o más rechazadas por sus iguales, siendo objetivos fáciles para los acosadores. Una consecuencia importante de ser acosado es la depresión.
Tener amistades de alta calidad es un factor protector contra el acoso. El estado de grupo de iguales puede facilitar la defensa activa entre los propios compañeros, que pueden ser los defensores más efectivos.
Cómo detectar si nuestro hijo es víctima de acoso
- Distanciamiento emocional.
- No querer contar las cosas que ocurren en el colegio: se encierra en sí mismo.
- Pérdida del apetito.
- Malestar y quejas somáticas que le llevan a querer ausentarse del colegio, pues así evita el enfrentamiento a una situación que no sabe manejar.
- Cambios de estado de humor bruscos.
- Irritabilidad: se irrita fácilmente por cosas por las que antes no lo hacía.
- Reduce el tiempo de descanso: dificultad para conciliar el sueño.
- Hipervigilancia.
- Sueños y terrores nocturnos.
Conductas para frenar el acoso escolar
Lo primero que necesitamos es saber qué está ocurriendo. Para ello no es conveniente preguntar de forma directa. Si interrogamos sobre algo que genera temor, lo normal es que nuestro hijo se retraiga y no desee hablar de ello. Lo importante es facilitar la comunicación, que no el interrogatorio, para disponerlo a hablar. Nuestra actitud tiene que ser de acogida, sin enfados, sin juicios y validando lo que esté sufriendo. Una vez que conocemos los hechos, podemos ayudar a nuestro hijo a que lo cuente en el colegio. Los padres debemos mostrarnos muy aliados con el colegio, ya que puede ayudarnos a detectar una fase inicial y su resolución. Posteriormente, dependiendo de la gravedad del asunto, ir de la mano del colegio es fundamental.