Alimentación y salud: Cómo afecta la alimentación a la salud mental

Aunque a primera vista no parezca que esté ligado, llevar a cabo una buena alimentación es esencial para preservar la salud mental. ¡Te contamos más sobre esto!

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Desde comienzos de 2010 han proliferado muchos estudios vinculando el bienestar emocional y la alimentación. Se ha comprobado que mantener una ingesta alimentaria equilibrada está asociado con sentimientos de bienestar. Incluso, algunos estudios indican que una alimentación basada en frutas y verduras mejora nuestro ánimo.

¿Cómo podemos llevar a cabo una buena alimentación?

Está demostrado que la dieta mediterránea (rica en verduras, frutas, legumbres, frutos secos, cereales y aceite de oliva virgen extra), complementada con aceite de pescado (rico en omega 3), mejora el estado de ánimo (ansiedad y depresión) de aquellos pacientes que mantuvieron la pauta nutricional durante más de seis meses.

Una buena ingesta nutricional a edad temprana también está estudiada por los científicos, que han encontrado que una dieta deficiente (alto nivel de grasas saturadas, carbohidratos refinados y alimentos procesados) está relacionada con un empeoramiento de la salud física y mental de niños y adolescentes.

También existen otras desigualdades que pueden contribuir al desarrollo de problemas de salud mental y cómo estos factores interactúan y pueden afectar a la salud mental. Por ejemplo, se ha descubierto que factores como una salud física deficiente, vivir en la pobreza o unos entornos sociales desfavorecidos están asociados con una peor salud mental. También se ha demostrado que estos factores tienen una relación compleja con la mala nutrición.



Los propios problemas de salud mental que puede padecer una persona también pueden conllevar una mala alimentación y, por lo tanto, una deficiente salud física. En un sentido u otro, cuidar la alimentación ayuda a equilibrar la balanza entre ambos aspectos: físico y mental.

Esto implica que una mala nutrición puede provocar problemas de salud física, como la obesidad, aunque son muy importantes las variables demográficas que pueden afectar a la dirección y fuerza de la asociación con la salud mental (gravedad de la obesidad, nivel socioeconómico, sexo y edad).

La relación entre obesidad y problemas de salud mental es compleja. Hay asociaciones bidireccionales entre depresión y obesidad. Esto significa que las personas obesas tienen mayor riesgo de desarrollar depresión, mientras que las personas que padecían depresión tenían también un alto riesgo de sufrir obesidad.

Decálogo para llevar a cabo una buena alimentación

1. Distribuye a lo largo del día al menos 5 piezas de fruta.
2. Incluye un tercio de verduras frescas o cocidas en tus platos.
3. Come menos carne y más pescado: 2 porciones de azul y 1 de pescado blanco.
4. Reduce el consumo de grasas y alimentos procesados.
5. Elimina el azúcar y los productos azucarados.
6. Consume poca sal.
7. Practica actividad física.
8. Mantén una buena hidratación.
9. Consulta con un nutricionista otras estrategias alimenticias: no te pongas a dieta sin consultar qué es lo más adecuado para ti.
10. Ve a comprar con las comidas definidas, habiendo escrito lo que necesitas y, sobre todo, con el estómago lleno.