Construyendo la autoestima 

La autoestima es el conjunto de percepciones, evaluaciones y sentimientos dirigidas hacia nuestra manera de ser. Es importante construir nuestra autoestima sobre cimientos sólidos ya que esta puede afectar a nuestra manera de estar, de actuar en el mundo y de relacionarnos con los demás.

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Con frecuencia se dedica mucho esfuerzo a cuidar nuestra salud física y muy poco a la propia organización psicológica. Se parte de la base que los recursos personales necesarios para afrontar la vida surgirán fruto de un desarrollo espontáneo, adoptando una actitud de observador pasivo.

La realidad es que si no se construye una buena estructura emocional se pueden llegar a sufrir importantes consecuencias, como un deficiente crecimiento personal, relaciones personales rudimentarias, angustia mental y síntomas psicosomáticos.


Identifica lo que necesitas y crea tus propios objetivos

Los cuidados emocionales suponen una actitud personal proactiva hacia el entrenamiento de lo que se identifica como debilidades personales. El primer paso para realizar un cambio es reconocer lo que se quiere cambiar.


1. Reconoce tus propias trampas para no enfrentarte a algunas situaciones.
En ocasiones, lo que impide ser asertivo son las trampas que nos tendemos a nosotros mismos. Algunos ejemplos de estas trampas son: aferrarse a un suceso poco probable para excusarse y no abordar los problemas ‘es mejor no hablar, si lo hago habrá bronca’. O exagerar las consecuencias de algunos acontecimientos: ‘si le digo a mis amigos que esto me molesta, se enfadarán y me quedaré solo…’.


2. Descubre las áreas en las que tienes dificultades.
Analiza si te sientes más angustiado en el trabajo, en casa, o con los amigos. Observa si sientes que tienes problemas con mayor frecuencia ante cierto tipo de personas: superiores, dominantes, sexo contrario…O si tal vez, en la base de todo se encuentra un problema de pareja.


3. Admite clara y francamente lo que temes.
Asume lo que más te asusta y lo que te provoca que todo se paralice, como puede ser la crítica, la cólera, la ternura, sentirse rechazado, etc.


4. Fíjate metas concretas.
Márcate metas a largo plazo, por ejemplo, cómo te gustaría que fuera tu vida dentro de unos años, qué tipo de vida deseas, cuáles son tus fantasías, etc. Por otra parte, márcate metas de segundo orden para alcanzar tu meta futura. Si no preparas pasos intermedios para conseguir las metas importantes actuarás de forma improvisada, tendrás más dificultades para conseguir resultados y te sentirás desesperanzado.



Cómo construir una buena estructura emocional

Para reforzar la competencia emocional es importante atender tanto lo que se hace como la forma en que se percibe, se interpreta, se valora y se atiende lo que ocurre.  Por ejemplo, si se inicia una conversación con un compañero de trabajo y éste contesta con monosílabos, dependerá de la interpretación que se dé a este hecho lo que determinará el sentimiento y el comportamiento que se generen en nosotros.  Si se piensa que está ignorando a quien le habla, el sentimiento que se producirá será de tristeza y se iniciarán menos conversaciones con esa persona. Por el contrario, si se piensa que actúa así porque está disgustado, la reacción emocional y conductual será muy diferente.


1. Cuida lo que te dices a ti mismo
El lenguaje interno tiene un gran impacto psicológico, cuidarlo y orientarlo a la resolución de problemas proporcionará bienestar a través de sentimientos de competencia y autoeficacia.
Cuando los mensajes sobre uno mismo no son adecuados, por ejemplo son del tipo ‘no puedo’, ‘soy inferior’, ‘soy vulnerable’, es muy probable que los comportamientos que se generen sean perjudiciales.


2. Conducta asertiva
Tan importante es ser respetuoso con los demás como con uno mismo. Cuando no se respetan los derechos ajenos se tiende a ser agresivo, de la misma forma que se suele ser inhibido cuando no se respetan los derechos propios. La conducta asertiva es aquella que coordina y respeta tanto los derechos propios como los de los demás. La persona asertiva tiene una orientación activa hacía la vida, es capaz de comunicarse de forma honesta y favorece relaciones personales más íntimas y profundas.

3. Interacción social
La relación interpersonal es el mejor gimnasio emocional, permite entrenar la empatía y la tolerancia al tiempo que devuelve sentimientos muy agradables como la sensación de pertenencia al grupo, el reconocimiento y sobre todo el afecto.


4. Expresión emocional
Algunas personas tienen dificultades para expresar emociones, hablan más de lo que piensan que de lo que sienten. Esto provoca que los sentimientos tengan un papel de segundo orden en sus vidas. Comunicar a las personas cercanas lo que se siente y en el momento en que se siente, de manera honesta y franca, refuerza las relaciones con los demás y ayuda a canalizar los afectos.

5. Buenos hábitos
Por último, tener una vida ordenada proporciona estabilidad emocional. Cuando se han desarrollado buenos hábitos básicos, desde alimentación y sueño hasta puntualidad y perseverancia, se tiene una vida mucho más previsible. Es más fácil entonces anticipar consecuencias y, por tanto, se tiene mayor sensación de control sobre los acontecimientos.