Depresión postvacacional: ¿Cómo evitarla?
Volver de las vacaciones nos puede generar esa depresión postvacacional, pero nosotros te ayudamos a evitarla y disfrutar de la vuelta a casa.
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Acaban las vacaciones, volvemos al trabajo y llega la temida «depresión postvacacional». Aunque voces expertas apuntan a que lo más correcto es hablar de un fenómeno (como «estrés» o «melancolía postvacacional»), y no de una patología tan seria y grave como la «depresión», todo el mundo sabe bien a qué se refiere este término: surge cuando una persona que debe reincorporarse al trabajo después de las vacaciones se encuentra con unas desagradables señales al hacerlo.
Así, el síndrome postvacacional engloba un conjunto de síntomas tales como cansancio, dolor muscular, alteraciones del sueño o del apetito, tristeza, irritabilidad, apatía o falta de concentración. La depresión postvacacional acecha, además, especialmente a personas que no se sienten motivadas con su trabajo o que, incluso, lo ven como una condena; en cambio, aquellas que se sienten afortunadas y afrontan su oficio con más optimismo suelen esquivar con mayor éxito este síndrome postvacacional. En cualquier caso, tras la pausa que suponen las vacaciones y las obligaciones (laborales y familiares) que tenemos en casa, es normal, hasta cierto punto, sentirse afligido.
Eso sí, tengamos en cuenta los plazos de tiempo: el estrés postvacacional puede abarcar de 2 a 3 días hasta un máximo de dos semanas. En caso de que pasado ese periodo se sigan sufriendo estos síntomas, quizá sea recomendable pedir ayuda a un profesional.
Consejos para evitar el síndrome postvacacional
Para enfrentarse al síndrome postvacacional, hay una serie de consejos que nos pueden ayudar. Toda recomendación es buena para combatir la tristeza post vacacional, ¡empecemos!
- Regresa unos días antes a tu lugar de residencia. Es muy atractivo querer apurar al máximo los días de vacaciones, pero, a la hora de la verdad, es mejor volver con tiempo para organizar todo con calma. Esto es extensible a las rutinas y la normalización de los horarios. Mejor no esperar al último momento e ir acomodándonos a ello con unos días de margen.
- Recupera los hábitos alimentarios y el ejercicio físico de forma paulatina. La cuestión no es forzar nuestro cuerpo, pero sí volverlo a habituar. Ten cuidado, en este sentido, con el alcohol y la cafeína, que pueden contribuir a incrementar esta ansiedad que puede acompañarnos durante el síndrome postvacacional.
- Prioriza lo inmediato. Poco a poco y con buena letra. Organizarse es clave, pero también no agobiarse y permitirse no llegar a todo. Puede ser bueno anotar las tareas que van quedando pendientes para descargarlas de nuestra mente e ir haciéndolas conforme avancen los días.
- Aprovecha y disfruta de los momentos libres. Los pequeños placeres son clave para hacer la vida más fácil en este regreso a la normalidad. En los primeros días, no dudes, por ejemplo, en hablar con tus compañeros de trabajo, preguntarles por sus vacaciones y tomarte las cosas con más calma. Sin prisa, pero sin pausa.
- Acepta tus emociones. La melancolía no deja de ser una respuesta del organismo. Permitirse llorar en algún momento puede ayudarnos a afrontar de forma más serena algunos momentos. También puede ayudar escribir en un diario nuestros pensamientos. En la misma línea, procura descargar los pensamientos recurrentes, negativos o aquellos que te pueden generar más estrés.