Leishmaniosis, una de las enfermedades más comunes en perros
La leishmaniosis canina, también llamada leishmaniasis, es una enfermedad grave que afecta sobre todo a los perros y está provocada por un parásito que se transmite a través de la picadura de un mosquito. Dado que por el momento no tiene cura, la prevención es vital para luchar contra ella.
Mascotas
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La leishmaniosis afecta a nuestras mascotas, especialmente a los perros y en mucha menor proporción a los gatos, y puede llegar a ser mortal. El Mediterráneo es una zona de alto riesgo ya que, debido al calor y a la humedad,el mosquito que la transmite encuentra el hábitat adecuado para vivir. En cuanto llega el buen tiempo, la tasa de infecciones se dispara. En España existen dos picos de máximo riesgo donde hay más cantidad de hembras trasmitiendo la enfermedad, son junio y septiembre-octubre.
Aunque el mosquito, llamado flebotomo, vive habitualmente en el campo, es un insecto tan pequeño que puede encontrarse con frecuencia también dentro de las casas tanto en zonas rurales como urbanas, sobre todo en épocas de calor cuando abrimos puertas y ventanas. Por eso es importante que, al menos una vez al año, acudamos al veterinario para que realice los controles necesarios que descarten que nuestra mascota ha contraído la enfermedad.
Los síntomas
Aunque no es fácil de detectar, uno de los síntomas habituales que puede presentar es la pérdida de pelo alrededor de los ojos, orejas y nariz. Pueden aparecer pequeñas heridas en la piel del animal, especialmente en la cabeza, y desarrollar conjuntivitis. El crecimiento anormal de las uñas en el perro es otro de los síntomas de la leishmaniosis. Aunque el perro muestre buen aspecto, puede haber contraído la enfermedad, ya que el periodo de incubación de laleishmaniosis es muy variable y puede llegar a alargarse durante varios meses.
Para conocer el diagnóstico de forma fiable, se tiene que realizar un análisis de sangre que podemos solicitar en nuestra clínica veterinaria. La leishmaniosis no tiene cura, es una enfermedad crónica, aunque el animal que la padece puede tener un buen nivel de vida si se trata y se controla de forma adecuada por el veterinario. Los fármacos que existen pueden administrarse por vía oral o mediante inyección, se dirigen a reducir los síntomas de la enfermedad, pero no impiden una recaída posterior. El tratamiento es costoso, pero si se administra de forma adecuada siguiendo las indicaciones de del especialista, el perro puede convivir con ella durante años.
El primer paso: la prevención
Actualmente existe una vacuna que previene el desarrollo de la enfermedad. A diferencia de la primera vacuna que salió al mercado hace unos años, esta nueva vacuna no presenta ningún efecto secundario importante. Puede administrarse a partir de los seis meses de vida del can y es necesario volver a vacunarle cada año. Su efectividad es alta, alrededor de un 70%, aunque la protección no es total. Además, existen productos como collares, pipetas o sprays que previenen la picadura del mosquito.
La única forma de transmisión de la leishmaniosis es a través de la picadura del flebotomo, por tanto convivir con un perro que haya desarrollado la enfermedad no supone ningún riesgo para la salud de las personas.
La leishmaniosis en gatos
A pesar de que la leishmaniosis afecta sobre todo a los perros, los gatos también pueden padecerla. Aquellos gatos con las defensas bajas son los más proclives a desarrollar la enfermedad. En líneas generales, el sistema inmunitario de un gato sano es capaz de controlar la infección provocada por el parásito. Los gatos con leishmaniosis pueden presentar lesiones en la piel, las mucosas o los ojos, tener úlceras y costras. Otros síntomas menos habituales son la falta de apetito, el decaimiento o la apatía. Igual que ocurre con los perros, a nivel interno la leishmaniosis puede afectar al hígado y a los riñones. Una lesión común en los animales que presentan esta patología son los nódulos que se forman bajo la piel de los felinos. Suelen aparecer en los párpados o las orejas y no son dolorosos, aunque también pueden presentarse en cualquier otra parte del cuerpo del gato, como las almohadillas de las patas.
La forma de prevención, detección y tratamiento de la leishmaniosis en gatos es idéntica a la de los perros. Podemos proteger a nuestros gatos de la enfermedad con pipetas, collares y aerosoles. La vacuna en gatos todavía no existe.