Educar en igualdad de género

La violencia de género es un grave problema social. A pesar de que en las últimas décadas este problema se ha hecho visible en nuestra sociedad, en la que también se han hecho algunos avances en cuanto a legislación y en políticas de protección de las víctimas, la realidad es que no sólo no se ha conseguido erradicar, sino que últimamente se observa un incremento de casos entre la población adolescente.

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Las relaciones de pareja cada vez se inician a edades más tempranas, y aunque los adolescentes rechazan de manera explícita y generalizada la violencia de género y el sexismo, además de que tienen mayor tendencia a salir de las situaciones de maltrato, siguen detectándose situaciones de riesgo y víctimas de violencia de género entre esta población (Díaz-Aguado, M.J, 2011).

Este tipo de violencia aparece cuando existe desigualdad de poder dentro de la pareja. Entre algunos adolescentes se dan conductas de abuso y de dominio desde el principio de la relación, esto puede ocurrir sin que ninguno de los dos tenga una conciencia clara de que estos comportamientos son violencia psicológica. Este tipo de conductas son más frecuentes que los comportamientos de agresión física en las primeras etapas de la relación.

Algunos jóvenes utilizan las redes sociales para controlar a su pareja, quieren saber dónde va y con quién está en todo momento, critican la forma de vestir, o  formulan prohibiciones y amenazas ante comportamientos de su pareja que le parecen “sospechosos”. Todas estas conductas son indicadores de riesgo de violencia de género.

Agentes socializadores como la familia, la escuela y los medios de comunicación, son los encargados de transmitir la cultura social. Ellos deben ser los promotores de los valores de igualdad de género.

Las actitudes y valores que subyacen a esos comportamientos se han ido transmitiendo en nuestra sociedad a lo largo de generaciones, están muy arraigadas e interiorizadas y se van reproduciendo a través de creencias y prejuicios basados en la superioridad del hombre sobre la mujer.



Para implementar en la sociedad un modelo de igualdad de género, es necesario que los principales agentes de socialización realicen una función educativa que pueda cambiar esos esquemas acerca de cómo son y cómo deben comportarse los hombres y las mujeres.

Tanto la familia como la escuela y los medios de comunicación, deben orientarse a la prevención de este problema de una manera generalizada y continua, de forma que llegue a todos los sectores de la sociedad, pues este tipo de violencia se da en todas las clases sociales y en todos los niveles culturales. El objetivo es conseguir que el cambio de valores se inicie en edades tempranas, que es cuando mejor se fijan los mensajes.

Es necesario cambiar falsas creencias como el “mito del amor romántico”, que justifica todo tipo de conductas con postulados como “el amor todo lo puede, o el amor es lo más importante y requiere entrega total”. También hay que intervenir sobre la interpretación de los celos y el control como un acto de amor, o la justificación de la violencia como una reacción.

En definitiva, se debe seguir avanzando hacia el cambio de actitudes, desmitificando las falsas creencias, aprendiendo a identificar los factores de riesgo que llevan a una relación de maltrato y dotando a los jóvenes de habilidades para generar relaciones de pareja sanas, basadas en el respeto, la confianza, el apoyo y la responsabilidad compartida.

ACTUACIONES DESDE LA FAMILIA PARA PROMOVER LA IGUALDAD DE GÉNERO


1. Modelo adecuado de pareja.

2. Reglas familiares comunes para hombres y mujeres.

3. Modelo igualitario en el reparto de tareas domésticas.

4. Sistema de premios y castigos asociados a conductas de igualdad.

5. Comunicación no sexista, cuidar tanto el lenguaje verbal como el no verbal.

6. Interpretación igualitaria del rol laboral (no de complemento en la mujer).

7. Igualdad de representación exterior de la familia.


ACTUACIONES DESDE LA ESCUELA PARA PROMOVER LA IGUALDAD DE GÉNERO


1. Programas o talleres específicos de formación del alumnado.

2. Incorporar la perspectiva de género en los contenidos curriculares.

3. Utilizar un lenguaje no sexista.

4. Proporcionar materiales específicos sobre violencia de género.

5. Actividades específicas para padres y madres de alumnos sobre este tema.

6. Crear una comisión de igualdad.

7. Estrategia de coeducación incorporada al Proyecto de Centro.