Qué son las conservas, qué tipos hay y qué propiedades tienen

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Conservar los alimentos ha sido una gran preocupación para la humanidad a lo largo de la historia. Desde técnicas antiguas de secado y salazón hasta métodos modernos de envasado al vacío y conservación en frío, los seres humanos han buscado formas de preservar los alimentos para su consumo posterior. Hoy en día, las conservas se presentan en una amplia variedad de tipos y usos, ofreciendo opciones prácticas, sabrosas y nutritivas para nuestra mesa.

Las conservas son alimentos elaborados con productos de origen animal o vegetal contenidos en envases cerrados herméticamente. De este modo, se consigue que no pierdan propiedades nutricionales ni calidad, y que se puedan consumir en períodos de tiempo mucho más prolongados de los que tiene el producto fresco.

¿Qué tipos de conservas existen?

  • Secado o deshidratado: es uno de los métodos más antiguos utilizados para conservar alimentos. Consiste en eliminar la humedad de los alimentos para inhibir el crecimiento de microorganismos y prevenir la descomposición. Frutas, hierbas o verduras se secan al sol, con aire caliente o deshidratadores eléctricos, preservando así su durabilidad.
  • Salazón: implica añadir sal a los alimentos para reducir la actividad del agua y controlar el crecimiento bacteriano. El pescado, la carne y ciertos vegetales se conservan mediante este proceso, que ha sido fundamental en diversas culturas a lo largo del tiempo. Este método se utiliza comúnmente para preservar, por ejemplo, pepinillos y aceitunas, además de algunos tipos de quesos y ciertas carnes. Las salazones se utilizan como condimentos, guarniciones o ingredientes para ensaladas y aportan un sabor único y un toque salado a las comidas. A veces, pueden llevar otros ingredientes como azúcar o hierbas aromáticas.
  • En escabeche: en este tipo de conserva se utiliza vinagre, aceite y hierbas aromáticas. Esta técnica permite que los alimentos se conserven por más tiempo, además de proporcionarles un sabor característico debido a la combinación de ingredientes ácidos y aromáticos. Es habitual para conservar pescados (atún, mejillones, sardinas…), pero también puede usarse para la carne. Añade profundidad de sabor a ensaladas, bocadillos y platos principales, y es también muy frecuente en los aperitivos.
  • Fermentación: es un proceso biológico en el que se utilizan bacterias, levaduras u hongos para transformar los alimentos, creando un entorno ácido que inhibe el crecimiento de microorganismos no deseados. Alimentos como el yogur, el queso, el chucrut y la salsa de soja se producen mediante la fermentación.
  • Refrigeración y congelación: el almacenamiento en frío es uno de los sistemas de conservación más comunes en la actualidad. La refrigeración ralentiza la descomposición al disminuir la actividad de los microorganismos, mientras que la congelación detiene su crecimiento.
  • Enlatado: este proceso implica el sellado hermético de alimentos en envases esterilizados para prevenir la contaminación. Los alimentos se someten a altas temperaturas para eliminar bacterias y microorganismos. Este método es popular para conservar frutas (por ejemplo, en almíbar), verduras, sopas y pescados. Es ideal para el almacenamiento a largo plazo y muy útil en emergencias, para viajes, para comer al aire libre o como una opción práctica para preparar comidas saludables en poco tiempo.
  • Envasado al vacío: consiste en eliminar el oxígeno del envase, generalmente de vidrio, para prevenir el deterioro causado por los microorganismos del aire. El vacío reduce la oxidación y mantiene la frescura de los alimentos, alargando así su vida útil. Es popular para preservar frutas, verduras, mermeladas, salsas y chutneys, entre otros. Resulta ideal para regalar, para preparar lotes grandes de alimentos caseros o para preservar los productos frescos de temporada y disfrutar de su sabor en cualquier momento del año.



Propiedades de las conservas

  • Durabilidad: el proceso de enlatado o embotellado suele implicar técnicas de esterilización que ayudan a prevenir la descomposición y el crecimiento de bacterias.
  • Comodidad: son fáciles de almacenar, de transportar y de utilizar. No requieren refrigeración hasta que se abren, lo que las hace ideales para situaciones en las que no hay acceso a una nevera.
  • Variedad: se pueden hacer en conserva desde frutas y verduras hasta de carnes, pescados y legumbres, lo que proporciona variedad en la dieta a lo largo del año, independientemente de la estación.
  • Nutrición: la mayor parte de los nutrientes se conservan durante el proceso de cocción, y esto permite disponer de ellos durante largos períodos.
  • Seguridad: son seguras siempre y cuando no estén dañadas o caducadas. Los sellos herméticos y el proceso de esterilización ayudan a prevenir la contaminación.
  • Disponibilidad: permiten comer alimentos fuera de temporada. Se pueden preservar cuando están en su punto óptimo y disfrutarlos en cualquier momento del año.

Es importante tener en cuenta las fechas de caducidad o fechas de consumo preferente, verificar que las latas o frascos no estén dañados antes de consumir el contenido y seguir las instrucciones de almacenamiento para garantizar la seguridad y la calidad de los alimentos en conserva.