Agilidad emocional: cómo alcanzarla

Conoce qué es y cómo alcanzar la agilidad emocional, aprende a convivir con tus pensamientos y emociones gracias a la gestión emocional y la psicología del bienestar.

Cuidado infantil

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La agilidad emocional, según la psicóloga y profesora de la Universidad de Harvard, Susan David, es “la capacidad para obtener información cuando enfrentamos situaciones en las que emergen sensaciones y sentimientos que nos lleven a tomar buenas decisiones”. Así lo describe en su libro Emocional Agility.

La función esencial de la agilidad emocional es aprender a convivir con nuestras emociones, pensamientos y recuerdos de forma saludable, al tiempo que somos coherentes con nuestros valores. Pero esto, que ya es complicado en la vida adulta, se complica, aún más, con los pequeños de la casa.

Como padres o educadores, debemos ser conscientes de que jugamos un papel importante en esa guía hacia las emociones que ayudará a los niños en la toma de decisiones desde bien pequeños.

Cómo gestionar las emociones

El desarrollo de las habilidades emocionales es un punto débil en la sociedad. No es habitual trabajar las emociones para que los niños puedan ser flexibles en un mundo frágil y cambiante. Nuestro papel debe empezar por hacerles ver que la manera en la que lidiamos con nuestro mundo interior, acaba por determinarlo todo.

Y la agilidad emocional nos ayuda mucho en este sentido, puesto que nos ayuda a conectar con nosotros mismos para poder avanzar en nuestra vida hacia la persona que queremos ser.

Pero, ¿cómo empezamos? La práctica es la mejor de las lecciones. Si un niño se siente triste y es capaz de reconocer esa emoción, porque le hemos dado el tiempo suficiente para reflexionar y hacer algo para remediarlo, también adquirirá la habilidad de reconocer que todas las emociones son efímeras y, tarde o temprano, pasan. Esto es lo que se conoce como tener una ‘metavista’ de las emociones.


Gestión emocional: controla tus emociones

En resumen, esta agilidad emocional de la que habla Susan David, puede dividirse en 4 puntos, y los podemos aplicar tanto a la educación de los pequeños de la casa, como a nosotros mismos.

1. Mostrar: lo ideal no es tratar de reprimir nuestras emociones y pensamientos, especialmente cuando no son placenteros, sino contemplarlos con curiosidad y cariño para intentar reconocerlos.

2. Salir: entre el estímulo y la respuesta ante una situación, siempre existe un margen donde podemos escoger cuál será nuestra respuesta. Poder salir nos permite observar la situación de forma global y abrirnos a un campo más amplio de posibilidades.

3. Conocer las razones, preguntarnos el porqué de las cosas: darnos espacio nos permite conectar con nuestros valores más centrales y con nuestras principales metas. Esto facilita que nuestras decisiones sean más acertadas, ya que responden a nuestras estrategias fundamentales.

4. Avanzartomar decisiones teniendo en cuenta dos puntos básicos:

a. Marcarse pequeñas mejoras acordes con nuestros valores, que se incorporen como hábitos sostenidos en el tiempo.

b. Equilibrar estas acciones de mejora, encontrando el punto óptimo entre nivel de reto y competencia. Esto nos permitirá actuar con entusiasmo y empoderamiento.

La agilidad emocional les ayudará en todas las facetas de la vida, evitando frustraciones y afrontando mejor cualquier situación que se les presente.