Consejos para cuidar la piel en invierno
Descubre cómo proteger e hidratar tu piel en invierno y aprende a mantenerla saludable frente al frío.
Salud y BELLEZA
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¿Cómo proteger la piel del frío?
Conociendo todos los efectos que puede tener el frío sobre nuestra piel, toca tomar medidas de precaución, por eso existen diferentes claves a tener en cuenta para protegerla este invierno.
- Protegerse de la nariz a la barbilla: es esencial protegerse estas zonas del rostro que se ven tan afectadas por el frío y la mejor opción para hacerlo son las prendas de algodón, pues este tejido irrita menos la piel que otros tejidos como la lana.
- Hidratarse las manos y los labios dos veces al día: fundamental en nuestra rutina diaria para evitar que estas zonas se sequen y sufran más.
- Evitar las duchas con agua muy caliente e hidratarse el cuerpo: esto contribuye a la sequedad cutánea, al aumento de picor e incluso a la aparición de dermatitis. Por eso, en invierno lo mejor para cuidar la piel es optar por duchas con agua tibia.
- Protegerse del sol invernal: aunque no lo parezca, el sol de invierno también puede dañar la piel y, por eso, es importante protegerla de forma diaria. Los rayos UVB del sol pueden quemar y dañar la piel durante todo el año, especialmente, en altitudes elevadas y en superficies reflectantes como la nieve o el hielo, donde se refleja la luz ultravioleta del sol. Por tanto, los protectores solares son también recomendables.
- Seguir una dieta sana: por último, y no menos importante, cuidar muy bien la dieta. Se recomienda eliminar los alimentos que roban las vitaminas y minerales necesarios para la renovación celular: lácteos, harinas y azúcares refinados, grasas transformadas o alimentos procesados.
Cómo hidratar la piel en invierno paso a paso
Hidratación profunda
Especialmente, hidratar profundamente el cutis. Se recomienda hacer uso de una crema hidratante rica en ingredientes como el ácido hialurónico, la glicerina, la manteca de karité y las ceramidas, y aplicarla después del baño. También es importante hidratar los labios y las manos.
Protección solar constante
Es recomendable utilizar una crema solar con un factor de protección de al menos 30 en todas las áreas expuestas al sol, incluido el rostro, y repetir el proceso durante el día tantas veces como resulte necesario.
Limpieza suave y con menos frecuencia
Los limpiadores agresivos pueden eliminar los aceites naturales que protegen la piel, haciendo que se intensifique la sequedad. Por ello, se deben utilizar limpiadores suaves y sin sulfatos.
Uso de humectantes y emolientes en el baño
Los baños calientes pueden llegar a resecar la piel, por lo que se recomienda añadir estos productos al agua, de forma que tu piel se mantenga hidratada.
Protección adicional para manos y labios
Aplicar una crema de manos rica en nutrientes y protectora después de lavarlas, además de utilizar bálsamos labiales que cuenten con ingredientes como manteca de karité, cera de abejas y aceites naturales para evitar los labios agrietados.
¿Qué le pasa a la piel en invierno?
Con la llegada de esta estación suceden una serie de cambios en nuestro entorno que tienen un impacto significativo en nuestra piel. Ahora que las temperaturas bajan y el aire se vuelve más seco, nuestra piel a menudo experimenta sequedad, descamación y enrojecimiento. Además, suele volverse más fina, tensa, opaca y sin brillo, con poros poco visibles y con tendencia a agrietarse, todo ello como consecuencia de las bajas temperaturas.
- Se contraen los vasos capilares: el frío causa vasoconstricción en los capilares de la piel, que se contraen disminuyendo la irrigación, lo que provoca que no llegue suficiente oxígeno y nutrientes a la dermis.
- Se retrasa el ciclo de renovación celular: respecto a otras épocas del año, se acumulan mayor cantidad de células muertas, impidiendo que la secreción sebácea natural de la piel llegue a la superficie para lubricar y nutrir la epidermis, dejando la piel seca y sensible, y esto, al final, genera sensación de tirantez y malestar.
- Enrojecimiento y sensibilidad: el frío extremo puede causar enrojecimiento en la piel, especialmente en las mejillas y la nariz. Además, la piel puede volverse más sensible y propensa a irritaciones.