Síndrome de la cabaña: consejos para padres

El "síndrome de la cabaña" es un estado mental y emocional que se comienza a presentar tras pasar un prolongado tiempo encerrado. ¿Cómo afrontarlo?

Cuidado infantil

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¿Qué es el síndrome de la cabaña?

El síndrome de la cabaña no es otra cosa que miedo a volver a salir a la calle. Es importante subrayar que no se trata de un trastorno psicológico catalogado dentro de las patologías sobre salud mental que determina la Organización Mundial de la Salud (OMS), sino que es un estado anímico, mental y emocional que se ha estudiado en personas que, tras pasar un tiempo recluidas, tienen dificultades para volver a sus actividades cotidianas.  A las personas que lo padecen les cuesta volver a relacionarse con otras personas fuera de sus propias casas e incluso les impide realizar actividades como salir a hacer deporte o subir a un transporte público.

Los síntomas del síndrome de la cabaña son similares a aquellos relacionados con la ansiedad y la depresión, es decir, puede aparecer sensación de angustia, miedo, tristeza, apatía, nerviosismo, problemas para conciliar el sueño, sensación de cansancio o dificultad para levantarnos por las mañanas.

Es un estado que experimentan muchas personas después de tantos días de confinamiento a consecuencia de la pandemia provocada por el covid-19 y que está dejando patente la progresiva desescalada. Esta situación no solo afecta a los adultos, sino que también pueden sufrirla los más pequeños, sobre todo en niños que previamente padecían ciertas fobias o aquellos que han vivido de cerca las consecuencias más duras del coronavirus.

Técnicas para anular el miedo y la ansiedad al salir de casa

  • Es muy importante para los niños la percepción de cómo viven el proceso de la vuelta a la normalidad sus padres, que son su mayor referencia. Por eso hay que tener mucho cuidado con cómo actuamos, pero también qué decimos en su presencia.

  • Hay que darles tiempo a los pequeños y exponerles al miedo de forma paulatina y mediante acciones sutiles. No es necesario quedar con toda la familia o un grupo de amigos el primer día que se permita si no están preparados. Podemos empezar dando paseos cortos. Mejor ir poco a poco.

  • Debemos establecer rutinas y objetivos y hacerlo a muy a corto plazo.

  • Seguir manteniendo el contacto social a través de la tecnología. Continuar con las videollamadas o mensajes de la familia y los amigos hasta que el niño se sienta con ganas de verlos.

  • No debemos dejarles que repriman sus emociones. Debemos hablar con ellos, preguntarles directamente y favorecer que nos cuentes cómo se sienten.

En caso de que los síntomas persistan y afecte a nuestro día a día y al de nuestros hijos, es recomendable ponerse en contacto con un profesional.