El sueño: la mejor medicina para cuerpo y mente
Los ritmos de vida son cada vez más estresantes y nuestro día a día está repleto de citas y actividades: trabajo, familia, compras, gimnasio... con este agitado ritmo, a menudo, lo primero que sacrificamos es, precisamente, el tiempo dedicado al sueño y el descanso.
Salud y BELLEZA
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Un sueño reparador es, sin duda, uno de los grandes pilares de nuestra salud. De la calidad del sueño depende nuestra sensación de frescura, energía y bienestar y, en parte, también nuestro estado de salud general.
Nos pasamos durmiendo un tercio de nuestra vida. A los 60 años, nos habremos pasando 20 dormidos. Es la actividad que más veces repetimos, así que, cualquier problema durante el sueño puede condicionar nuestro día a día, ya que las funciones del sueño son importantísimas para nuestro organismo.
Existen estudios que demuestran que las alteraciones del sueño pueden acentuar algunos problemas médicos y psiquiátricos.
A su vez, estos problemas producen alteraciones en la calidad del sueño.
Hipertensión, insuficiencia cardiaca, enfermedad coronaria o diabetes están asociadas con una elevada prevalencia de apnea del sueño; en pacientes con bronquitis crónica y asma la calidad del sueño es mala generalmente, así como en casos de rinitis alérgica. Además, también existe un claro nexo entre la obesidad y las alteraciones en la calidad y cantidad del sueño.
INDICADOR DE SALUD
INDICADOR DE SALUD
Una cantidad suficiente, así como una calidad adecuada deben ser considerados elementos indispensables de un estilo de vida saludable, complementado con el ejercicio y la nutrición.
Por tanto, el sueño representa una función vital por ser:
• Imprescindible: no podemos vivir sin dormir.
• Restaurador: repara nuestro cuerpo y nos proporciona un punto de equilibrio entre la parte consciente e inconsciente.
• Complementario y fundamental para asegurar la vigilia: necesitamos dormir para poder estar despiertos al día siguiente.
• Fisiológicamente necesario: regula los biorritmos y garantiza el equilibrio entre las exigencias biológicas internas y el medio exterior.
CRUCIAL EN LA INFANCIA
El número de horas que se duerme es mucho mayor en niños que en adultos. Durante los 2 primeros años del bebé, habrá dedicado a dormir el 70% de su tiempo. Si un niño duerme mal, en lugar de estar somnoliento se activa, volviéndose más irritable. Pero, además, pueden aparecer otros problemas:
• Los niños con ritmos de sueño perturbados presentan más casos de otitis, rinofaringitis y enuresis nocturna de repetición.
• Los que duermen menos horas tienen calificaciones más bajas en la escuela, así como déficits de aprendizaje y expresión.
• La falta de sueño puede acarrear también dolores de cabeza, inseguridad, timidez, peor carácter, etc.
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